Carta enviada por Serva, la madre de Séneca, desde el Patio Claroscuro, en la que le cuenta a Séneca los acontecimientos recientes de la familia.
Carta de Serva
Mi querida Séneca:
Ha pasado mucho tiempo desde que recibí tu carta. Me han dicho que pronto partirán para enfrentarse al Titán del Océano. Apenas termina una batalla y ya comienza otra; realmente te estás esforzando mucho.
Contando los días, el Mes de los Días Largos está por llegar, y con él, el Ritual del Cielo anual está a punto de comenzar. Este año, el pequeño Halkos cumple ocho años, y últimamente se ha estado preparando con mucha seriedad para participar en el ritual. A veces, cuando lo observo distraídamente, me parece ver en él tu imagen de cuando eras niña. También ha crecido empapado en las leyendas heroicas de Celione, y muestra la misma dedicación y entrega que tú tenías. La diferencia es que el declive de nuestra familia te enseñó lo inconstante que puede ser el destino, y eso te volvió demasiado exigente contigo misma. Pero gracias a tu protección, Halkos... y los demás niños vagabundos que han sido acogidos recientemente en el patio, no tienen que pasar por tantas penurias innecesarias en su camino hacia la madurez.
La noche antes de escribir esta carta, el pequeño Halkos se durmió escuchando tu historia. Antes de cerrar los ojos, se acercó a mi oído y susurró que, más que Celione en las nubes, tú, Séneca, te pareces más al cielo que cuida de todas las cosas. Esa noche no pude dormir, y mientras me revolvía en la cama, recordaba aquellos momentos más difíciles de nuestra tribu hace más de una década, sintiendo culpa y remordimiento. Recuerdo que en ese entonces pasamos cinco días sin comer, y a menudo perdíamos compañeros por los ejércitos errantes. Cuando escuchabas las historias de la heroína del cielo, me susurraste: "Volveré al cielo y me convertiré en ella".
Pero siempre has sido una chica torpe... No tenías el talento para ser sacerdotisa, ni el don para ser guerrera. Lo único que tenías era un corazón fuerte y desafiante ante el destino. No recuerdo cuántas cicatrices te costó alcanzar tu fuerza y posición actual, y tú menos aún lo recordarás. Todo el mundo sabe lo duro que es trabajar bajo el mando de la emperatriz, y en cada una de tus cartas, el escriba ocultaba tu agotamiento, dejando solo palabras de alegría y generosidad... Séneca, ser fuerte no es malo, pero a veces tampoco es bueno. La presión que te impones es demasiado grande... Por eso te has vuelto adicta al hidromiel, ¿no es así?
Sin darme cuenta, he hablado demasiado. Date prisa en responder, todos están pendientes de ti. Será mejor que aprendas a escribir cartas, siempre le pides a tu amiga Virginia que escriba por ti, debe de ser muy molesto para ella.