Diario de un cazador de espadas: Espina Escarlata
Diario de Yunli que detalla su búsqueda de la espada maldita.

Diario de un cazador de espadas: Espina Escarlata

No soy muy buena para entender la mente de los demás, pero los herreros del Zhuming me confunden.

En el taller de la Forja, he presenciado de primera mano el loco éxtasis y el orgullo sin igual de un herrero al ver sus más recientes armas divinas. También los vi discrepar sin cesar sobre la creación de armamento totalmente nuevo, lo que a veces incluso ha desembocado en batallas de palabras y espadas.

Estas personas suelen ser muy amables y buenas personas. Es como si sus mentes hubieran sido completamente secuestradas cuando se menciona "forjar armas". Se exaltan al imaginar el brillo de una espada recién forjada y cómo podría atravesar a innumerables enemigos. Armas que aún no han sido forjadas hablan por su boca, toman forma a través de sus planos y dañan a los demás con sus palabras. Las espadas son aún más hábiles que los heliobus para robar el corazón de la gente.

Mi padre, Hanguang, era uno de estos herreros. Su vanidad y su inspiración lo llevaron a violar las prohibiciones y a fabricar todo tipo de armas increíbles para los visitantes de una tierra extranjera. Sin embargo, nunca les colocó vainas. Así, él mismo se convirtió en la vaina al caer sobre una de sus obras más preciadas.

"Un buen maestro de la espada siempre será herido por su propio filo", solía decir mi padre con un fuerte suspiro. Cuando se tiene un arma letal en las manos, siempre se anhela una oportunidad para usarla. Y las armas que mi padre fabricaba eran más letales que cualquier otra.

Mi abuelo nunca mencionó el nombre de mi padre desde que tengo uso de razón. También prohibió terminantemente a mis hermanos y hermanas mayores que pronunciaran una palabra. Sin embargo, el secreto se hizo tan evidente como un elefante en la habitación, como si se hubiera retirado un solo tomo de juego de espadas de una estantería apilada por completo. Cuanto más callaban sobre este asunto, más evidente se hacía el silencio.

Al final, decidí llenar este vacío. Rebusqué en los tomos que contenían registros de sus armas, y empecé a buscarlas.

***

"Espina Escarlata" fue una de sus primeras obras. Medía ocho por ocho centímetros, no tenía mango, ni armazón, ni vaina.

El cuerpo de Espina Escarlata no estaba afilado. Era del color del hierro embotado y estaba cubierta de espinas afiladas. Cerca de la punta de la espada, había una espina expuesta que parecía hierro al rojo vivo recién fundido... No tenía la forma típica de una espada, parecía más bien una rama de árbol con una larga espina sobresaliendo de la punta.

Según los planos, fue diseñada para matar a las abominaciones de la Abundancia, que son capaces de curarse rápidamente. El núcleo contenido en el cuerpo metálico de la espada es un brote biónico del Árbol de la Ambrosía... ¿De dónde sacó Hanguang un objeto tan peligroso? Nadie lo sabe. Lo único que sabemos es que esta espada fue fabricada a petición de un guardia en la sombra del Yaoqing de Xianzhou específicamente para matar a las abominaciones de la Abundancia.

Cuando las espinas atravesaban el cuerpo de una raza de larga vida, Espina Escarlata drenaba el espíritu de la víctima, haciendo que su cuerpo se marchitara con rapidez. Se decía que los efectos eran increíbles. Lo más probable es que las espinas fueran inyectadas con algún tipo de toxina que inhibiera la actividad de las células de las razas de larga vida... Muchas de las hojas de la Forja parecen tener habilidades misteriosas como esta a primera vista, pero en realidad son bastante comprensibles una vez que se explica su diseño.

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"Un exterior espinoso con un núcleo escarlata" es lo que está registrado en los textos antiguos que describen un árbol sagrado, y se considera un presagio de gran augurio y honor. Por muy elevados que fueran los ideales del anterior portador de esta espada al masacrar abominaciones de la Abundancia, Espina Escarlata se había convertido en un arma dedicada a asesinar Nimbocaballeros al caer en manos de Thanjar, un discípulo de Sanctus Medicus.

Ahora que tenía mi objetivo de caza, solo me quedaba pasar a la acción. Aunque mi abuelo nunca aprobó mi plan de cazar espadas, yo sabía que era el tipo de hombre que dice una cosa y quiere decir otra... Cuando hojeó mi informe de exploración sobre su mesa, supe que le había convencido la idea.

Los exploradores de la Guardia del Cuervo de Oro rastrearon a Thanjar hasta las profundidades de Insumousu. Fue aquí donde se hizo pasar por un nativo de Xianzhou para coaccionar a los lugareños y a los habitantes del agua para que rescataran varias reliquias del Daiyu hundidas.

Una vez que supe la ubicación de mi objetivo, me embarqué de inmediato en una nave de transporte de Llamas Silbantes y me dirigí a Insumousu. Cuando había ido a reclamar las espadas anteriores, siempre había bastado con enfrentarme a mi rival en un simple duelo uno contra uno. Sin embargo, temía que esta vez no fuera tan sencillo. Thanjar había contratado a un grupo de asesinos de la Banda de la Erradicación para que vigilaran la isla de barcos naufragados que se había formado alrededor de la periferia de las antiguas ruinas del Daiyu.

Pasé una semana inspeccionando la topografía, contando su personal y confirmando sus armas preferidas. Entonces, comencé mi larga campaña de guerra de guerrillas... Aprovecharía el momento en que mi objetivo estuviera solo y acabaría uno a uno con los monstruos de la Banda de la Erradicación y las bestias inmundas creadas por los rebeldes de Sanctus Medicus. Cada vez que abatía a un enemigo, hacía sonar mi cuerno de caracola, convocando a los lacayos restantes de Thanjar para que vinieran a ver el destino que les aguardaba: ser reducidos a un montón de polvo y alquitrán apestoso por Hierro Viejo.

Pasaron unas dos semanas, y la moral de mis enemigos había sido totalmente aplastada. Los habitantes de la isla del naufragio empezaron a difundir rumores de que habían aparecido espíritus vengativos de los barcos hundidos y, a pesar de los golpes y latigazos de los hombres de Thanjar, huyeron al amparo de la noche.

Era una noche oscura y tormentosa, con vientos rugientes y olas rompientes, cuando decidí que esta batalla debía terminar. Los demonios y bandidos del Sanctus Medicus que quedaban no me causaron problemas, pero la batalla dio un giro grave cuando el propio Thanjar se presentó... porque Espina Escarlata era una espada viva. Cada vez que Hierro Viejo conseguía golpear a Thanjar, blandía su espada contra sus propios hombres y Espina Escarlata absorbía sin piedad su energía vital, drenando a los hombres y curando por completo las heridas de Thanjar en un instante.

Una vez saciada su sed de sangre, Espina Escarlata se desplegó y se balanceó en el aire como una larga enredadera de espinas. Apenas me tocaba, las espinas se extendían y se aferraban a mí, atravesándome el cuerpo y chupándome la médula ósea.

Enredarme me dejaría sin duda en una mala posición. Así que ideé un plan para utilizar a Hierro Viejo como cobertura y asestar un golpe mortal para conseguir una victoria decisiva. Cuando Thanjar tenía bien agarrado a Hierro Viejo con Espina Escarlata y pensaba que podría arrebatármelo, lancé una espada gigante directamente contra él, inmovilizando al discípulo de Sanctus Medicus contra una roca.

Entonces, se convirtió en una batalla de resistencia. Vigilé esta roca durante toda una semana, pero nunca me atreví a acercarme al moribundo Thanjar. Su fuerza vital era como una hoguera que nunca se apagaría. Al principio, empleaba toda su energía en maldecirme y reñirme, pero esta ira se convirtió en lloriqueos y súplicas al cabo de unos días. Finalmente, la fuerza vital que había robado utilizando a Espina Escarlata se agotó. Mientras la espada volvía a su forma original de rama de árbol anodina, la retiré de las manos secas y muertas de Thanjar, la hice pedazos con Hierro Viejo y la coloqué dentro de una caja para espadas.

***

Esta maldita espada había absorbido mi sangre, era como si me hubiera envejecido cientos de años en un instante. No tenía ganas de convertirme en una vieja bruja todavía, así que me fui a Thalassa a descansar durante medio mes. Justo cuando planeaba embarcar en un buque mercante de vuelta al Zhuming de Xianzhou, un nativo de Xianzhou me bloqueó el paso.

Este hombre me dio las gracias por matar a Thanjar, su rival, y me dio las gracias por destruir una espada que se utilizó específicamente para eliminar al discípulo de Sanctus Medicus. Justo en el momento en que alcancé a Hierro Viejo para iniciar el combate, el hombre me dijo que, para expresarme su agradecimiento, compartiría conmigo una información que sin duda me interesaría mucho: "Resulta que conozco el paradero de varias espadas malditas de Hanguang...".

Me quedé mirando fijamente su calva, reprimiendo mi descontento y le pregunté...

"Bueno, ¿qué preguntaste?".
"¿No es de mala educación espiar el diario de una joven, viejo?".