Copia manuscrita del libro de un erudito anónimo del Soto sobre la historia de su familia. Una parte de su contenido se ha perdido debido a su antigüedad. La copia original se encuentra en la biblioteca de Filia.
Extracto de registros de los deudos
(Fragmento de texto copiado del libro de la biblioteca de Filia)
Nuestros ancestros eran todos deudos del Titán del Cielo. En aquella época remota, vivíamos en el Mural celestial, divididos en el pueblo de la Luz, el pueblo de la Lluvia y el pueblo del Invierno. El pueblo de la Luz dominaba los radiantes rayos del sol, lo que representaba el honor; el pueblo de la Lluvia dominaba los truenos y la lluvia, lo que representaba el poder; el pueblo del Invierno protegía la nieve y la escarcha, lo que simbolizaba la sabiduría. Estos tres pueblos cumplían sus respectivos deberes y servían juntos al gran Aquila.
Sin embargo, no siempre hay armonía bajo los cielos. El pueblo de la Luz creía que solo la luz del sol podía disipar la oscuridad del mundo. Perseguían el poder y la gloria y consideraban a las otras tribus débiles. El pueblo de la Lluvia creía que solo los truenos podían purificar la inmundicia, y solía usar métodos violentos para oponerse a los demás. El pueblo del Invierno era conocido por su sabiduría, pero su arrogancia y sus prejuicios también lo hacía impopular entre las otras tribus. El conflicto entre las tres tribus se intensificó hasta el punto de ser irreconciliable.
Hasta que la catástrofe se cernió sobre nosotros.
Celione desafió al Cielo, y el Mural celestial se rompió. Incontables deudos celestiales cayeron en la noche eterna, y los supervivientes tuvieron que huir de sus hogares y esconderse en la tierra. Durante la catástrofe, una sabia de sangre dorada lideró a los supervivientes de las tres tribus hasta un lugar seguro. Ella sabía que las diferencias habían traído el desastre sobre la gente del cielo, así que juró construir un refugio que pudiera conciliar el día y la noche. Así nació el Patio Claroscuro.
El Patio Claroscuro no se estableció como otras polis. Sabían que, para curar las heridas de la diferencia y el resentimiento, no podían permanecer estancados en un solo lugar. Los miembros del Patio se convirtieron en médicos itinerantes, astrólogos y eruditos, y viajaron por Amphoreus. Usaron la bendición del cielo de Aquila para liberar a la gente de sus problemas, mientras buscaban la posibilidad de regresar al cielo.
Aunque el Patio nunca gozó de la gloria de antaño de los deudos celestiales, muchas tradiciones siguieron vivas. Cada vez que un niño de la tribu cumplía ocho años, se celebraba el Ritual del Cielo. Durante esta antigua ceremonia, el niño resonaba con uno de los cuatro objetos sagrados: una corona del sol ardiente, un brazalete de la lluvia tormentosa, un anillo de las nieves o un colgante radiante. Los tres primeros objetos simbolizaban la sangre del pueblo de la Luz, del pueblo de la Lluvia y del pueblo del Invierno, mientras que el colgante radiante simbolizaba la armonía que trasciende las diferencias. Se dice que, en los últimos mil años, solo un pequeño número de personas ha logrado resonar con el colgante radiante.
La situación del Patio Claroscuro se volvió cada vez más difícil tras estallar la Guerra de Crisos. La estilo de vida errante los convirtió en los blancos más fáciles para varias facciones. Los guerreros de Castrum Kremnos despreciaban especialmente a estos refugiados que huían sin luchar, y los hostigaban con frecuencia. Aunque el Patio se había aliado con fuerzas como Oqueima y el Soto de las Musas, la misión que corría por sus venas siempre los impulsaba a abandonar la estabilidad y a buscar la revelación que les permitiera volver a los cielos.
En esta época de agitación, el Patio Claroscuro se aferraba a su filosofía original: curar las heridas para acabar con las enemistades y resolver los conflictos con armonía. A pesar de que los de fuera se burlaban de su debilidad, los miembros del Patio siempre creyeron que la única manera de evitar que la historia se repitiera era a través de la mediación y la tolerancia de las diferencias. Esta creencia se ha mantenido hasta el día de hoy y es el legado más valioso del Patio Claroscuro.