Historias del alba y el crepúsculo
Diario personal escrito por un sacerdote que desertó. El original se ha perdido, y esta es una copia del Soto.

Historias del alba y el crepúsculo

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En el séptimo año como sacerdote, por fin pude adentrarme en las profundidades de ████ para participar en el ritual de sacrificio. Pero fue precisamente esta oportunidad la que hizo que dudara de la naturaleza de Aquila.

Nosotros, el pueblo de la Luz, siempre creímos que Aquila nos amaba. Después de todo, de todos los deudos celestiales, nosotros somos los que mejor soportamos su brillante luz. Pensábamos que esto era una gracia, e incluso menospreciábamos a los otros deudos. Pero cuando entré en las profundidades del mural y vi la verdad sobre los Titanes, todo cambió.

En el centro del mural se alzaba un vasto espejo, reflejando los cien ojos de Aquila observando la tierra. Aquel día, fui testigo de un grupo de devotos orando con fervor, suplicando a Aquila que bendijera su cosecha. Pero el Titán permaneció impasible, su mirada siempre fija en la distante y acechante marea oscura. Cuando la neblina oscura comenzó a acercarse, Aquila, instintivamente, alzó sus ojos al cielo, como si intentara huir de algo aterrador.

En ese momento, comprendí todo. Aquila no nos favorecía a nosotros, el pueblo de la Luz en lo alto, sino que solo estaba huyendo de la marea oscura que se extendía sobre la superficie. Nos equivocamos al creer que temer al Titán era una bendición, y nos complacíamos con ello. Lo más irónico es que no le importaban las oraciones de los creyentes, que sus devotos rezos no eran más que danzas de hormigas a sus ojos.

Comencé a notar más detalles. Cada vez que una polis se derrumbaba, las pupilas de Aquila se contraían ligeramente, pero no por compasión, sino para evaluar la velocidad de propagación de la marea oscura. Aquila se encuentra en lo alto de las nubes, siempre mirando con frialdad a todos los seres. Incluso la luz que crea es solo para iluminar su visión y observar mejor la propagación de la marea oscura.

Una noche, me puse frente al mural. Los devotos cantaban sobre el sol y la luz, alabando la benevolencia de los Titanes. Pero vi un destello de desprecio en los ojos de Aquila. Odia a esos débiles seres, al igual que odia a la oscuridad que lo aterroriza. En su cielo, no hay ni misericordia ni verdad, solo una paradoja eterna: es el soberano de la luz, pero también el más cobarde de los fugitivos.

Lo más irónico es que, mientras escribo estas palabras, sigo sintiendo la mirada de Aquila. Pero sé que no me castigará por mi blasfemia. Para él, mi traición y la veneración de sus seguidores son lo mismo. Tal vez esta indiferencia es su verdadera naturaleza divina.

Posdata: Este manuscrito fue hallado en un rincón de ████████ y se cree que es obra de ██████. Tras un análisis minucioso, es altamente probable que su autor sea el sumo sacerdote que posteriormente desertó. Una copia de este manuscrito se conserva en la biblioteca del Soto de las Musas, aunque el original sigue desaparecido.