Oda al Dispositivo del Amanecer
Poema que alaba al Dispositivo del Amanecer. Un clásico que los sacerdotes de Aquila deben leer.

Oda al Dispositivo del Amanecer

En la era dorada de los dioses, el brillante Titán Aquila gobernó los cielos y la tierra durante nueve días, y sus ojos brillaron como estrellas.
En un momento eterno, el Señor del Cielo sintió una tristeza sin límites.

Una vez sacrificó sus brillantes ojos para que Kefale pudiera disfrutar de la Yesca de la sabiduría.
Pero ahora, el Titán que carga con el cielo en sus hombros ya no puede ver la luz del horizonte.

Así, al final de innumerables milenios, Aquila reunió a todos los emisarios en los confines del cielo.
Allí, la sangre divina de los Titanes se mezcló con los rayos, y se forjó una luz eterna e inextinguible.

Siete ciclos de día y noche, siete poderes del reino de los cielos, siete corrientes de sangre divina.
El Señor del Cielo ofreció su propia eternidad como sacrificio para forjar esta creación sin precedentes.

Cada rayo de sol es el latido de un Titán. Cada rayo de luz es el impulso de las venas de un dios.
Fragmentos de estrellas fluyen dentro, y el poder de los rayos se condensa en su interior.
Este es un recipiente sagrado que es suficiente para iluminar la eternidad.

El día en que se forjó el Dispositivo del Amanecer, las estrellas se oscurecieron y las nubes se dispersaron.
Su luz era más brillante que la de mil soles, y su majestuosidad dejó sin aliento a los propios dioses.
Esta es la creación más sagrada del Titán del Cielo.

"Lo juro por la eternidad".
Aquila proclamó a Kefale:
"La sangre divina fluye por esta máquina, heredando mi poder divino".
"Aunque me quedara ciego, esta máquina iluminaría para siempre tu reino".

"Este no es solo un regalo, sino más bien una promesa de unir nuestras vidas".
"Mi eternidad brillará para ti, como tus hombros brindan apoyo a los cielos".
"A partir de ahora, estamos destinados a ser hermanos".

Cuando la reliquia sagrada llega a la ciudad eterna,
todos los emisarios se inclinan en señal de respeto.
Entienden el decreto divino,
por lo que no es solo un regalo, sino un eterno juramento.

Desde entonces, el Dispositivo del Amanecer permanece en silencio.
Está dormido en el lugar más alto de Oqueima,
esperando el momento en que lo necesiten.
Como dijo Aquila,
este es un pacto forjado en la eternidad.