Mi profesor no puede ser tan tímido
Lectura de entretenimiento descubierta en la biblioteca de Filia. Puede que pertenezca a la categoría de... ¿romance juvenil?

Mi profesor no puede ser tan tímido

"¡Lo siento! Llegué tarde".
Aproveché el poder de la flor del conocimiento para trepar por las enredaderas y llegar a la clase. Abrí la puerta con nerviosismo y me encontré con mi compañero justo cuando crucé la puerta.
El profesor, que tenía 30 años, estaba apoyado en la pizarra de la clase, de pie y relajado. La luz de la noche brillaba en su traje de erudito, emitiendo un aura casi divina.

"Humm... ¿Llegas tarde a la primera clase? Veo que quieres conocer a Tánatos...".
Es la primera vez que tengo una clase en persona, y he empezado de la peor manera posible. Sería vergonzoso si mi maestro Cerces me viera así.
Por suerte, tengo un plan.

"Lo siento, profesor, estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para compensar!".
"¿Cualquier cosa?".
"Ehh... p-por favor, tenga piedad...".
Al escuchar estas palabras, una cautivadora sonrisa se dibujó en el rostro del profesor.

"Entonces, quiero que tú me enseñes".
"Espera, ¿profesor?...".
"Quiero que analices cada punto de esta tesis y me lo expliques palabra por palabra".
Aunque no hay ningún espejo, pude imaginar cómo se me puso de roja la cara al escuchar las palabras del profesor.

"Ehh... Profesor, todavía soy un estudiante. ¿No es demasiado pronto para hacer este tipo de cosas?".
"¡Hum! ¡Por fin reuní el valor para decirlo! ¿Quieres que desperdicie la lección que preparé? ¡Idiota!".
"¡Al menos... al menos espera hasta después de la clase!".
"... Si eso es lo que prefieres, está bien. Pero no olvides que aún no te he perdonado... Entonces, ¿qué estudiamos primero hoy?".
"¿Por qué no revisamos esta revista académica? Creo que recientemente publicaron un artículo sobre los patrones de los números naturales".
"Suena interesante. ¡Vamos a echar un vistazo!".

El informe de investigación era muy valioso, pero no pude entender ni uno solo de sus argumentos, pues no podía apartar la mirada de sus penetrantes ojos.
Su expresión cuando está inmerso en los números es tan racional. No me extraña que sea mi profesor.

Después de eso, tuvimos una experiencia muy enriquecedora. Fuimos a una exposición de literatura clásica y devoramos con avidez la nueva edición de la investigación sobre la fe de los Titanes. Al final, nos dejamos envolver por los sueños tejidos en las últimas obras de la Escuela de Terracota, tanto que nos olvidamos de todo por completo...

La campana que simbolizaba la llegada de la hora oculta sonó. Nos miramos el uno al otro; la clase había terminado. No dejaba de preguntarme por qué el tiempo parecía fluir en línea recta, pero no podía hacer nada para interrumpirlo.
El profesor me miró y pareció tomar una decisión. Entonces, murmuró:

"Dame tu tesis. La revisaré por ti".
"¿En serio?".
"Sí. Eres un estudiante del que me siento profundamente orgulloso. He estado pensando en esto desde hace tiempo".
"Profesor...".
"Permíteme comprenderlo todo: tus pensamientos, tu investigación, tu... todo".
No hicieron falta más palabras. Dos buscadores del conocimiento, guiados por el instinto, comenzaron una profunda exploración de ideas.
En ese momento, aún no éramos conscientes de que, después de aquella lección, otro nombre aparecería en los agradecimientos del artículo. Y, al final, esa chispa daría origen a nuestro simposio académico.