Diario de intercambios entre pilotos
Un cuaderno utilizado durante mucho tiempo para registrar intercambios entre compañeras pilotos.

Diario de intercambios de Yukong

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Caiyi, ¡vamos a ser compañeras!

Tú y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero cuando corríamos ilegalmente por la ciudad en nuestros astroesquifes, ¡éramos rivales! Ahora no me acostumbro a la idea de que vayamos a sentarnos juntas, vivir y morir juntas, y compartirlo todo.

Es que, claro, no estoy acostumbrada a estar en el mismo barco que la perdedora de una carrera, pero no puedo evitarlo, son órdenes. Je, je.

Es broma. Tengo muchas ganas de volar contigo.

Yo tampoco sé cuándo tendremos una misión de combate. No sé tú, pero yo creo que es asfixiante que ambas estemos dotadas de grandes habilidades y tengamos que quedarnos de brazos cruzados sin luchar contra los enemigos.

De vez en cuando, los Moradores de la Abundancia asaltan las fronteras y hay rumores de que atacan planetas inocentes. Cuando escucho ese tipo de noticias, me invade la cólera... pero ahora es diferente. Tras un tiempo, podremos usar nuestras naves de combate y enseñarles quién manda.

Pero, para ser sincera, estoy satisfecha con mi vida actual. Después de todo, y que quede entre nosotras, lo que realmente me atrajo nunca fue el hecho de derrotar a los enemigos, sino el simple acto de volar.

Verás, volar en el universo fuera de los dominios es diferente de las carreras de astroesquifes a las que estoy acostumbrada... En el universo no hay dónde apoyarse, no se puede diferenciar arriba de abajo. Las naves se suspenden en el aire como un barco en el centro del océano. En este punto no tienes a nadie en quien confiar, salvo en tus propias habilidades y en la nave que pilotas.

Siempre he oído decir que este sentimiento se llama "soledad", pero yo prefiero llamarlo "libertad".

Para mí, es suficiente poder volar por el universo. Y sería aún mejor si pudiera compartir esta libertad contigo.

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Caiyi, no sé qué decirte para consolarte. Siempre eres así, no importa cuántas cosas malas te pasen, te haces la fuerte como si no necesitaras que nadie se preocupe por ti, y luego haces bromas inoportunas.

Pero llevamos juntas más de cien años, nos conocemos como la palma de la mano. Una vez dijiste que, si algo es desagradable para mí, también lo será para ti. De hecho, yo también pienso lo mismo.

Ahora mismo siento como si alguien me estuviera arrancando el corazón con un cuchillo sin filo y oxidado. No puedo imaginar cuánto estás sufriendo.

Es curioso, Guangyuan nunca vio mi lado bueno. Cada vez que me dejabas para ir de misión con él, me sentía mal. Sobre todo cuando los veía coqueteando y pasándola bien, no podía evitar mirarlo con cara de pocos amigos.

Pero Guangyuan era bueno. Yo era muy dura con él, pero siempre se mostraba amable conmigo. Ahora que lo pienso, se me da muy mal valorar a la gente.

Ay, era asombroso. Logró contener docenas de naves enemigas con solo dos hombres. No solo es una hazaña que necesite valentía y determinación, también se necesitan grandes habilidades y mucho talento.

Me lo imagino en sus últimos días, ese rostro tan atractivo que tiene se debe haber llenado de determinación y concentración. Me imagino que por eso te enamoraste de él.

Me imagino lo orgulloso que estaba en sus últimos momentos. No debió sentir miedo ni desesperación, solo orgullo.

Así que tú tampoco deberías estar triste, tenemos que sentirnos orgullosas de él. Todos deberíamos estarlo.

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Caiyi, últimamente, he sentido muchas emociones negativas, pero no puedo contárselas a los otros soldados que están en el frente. Ahora que estás recuperándote en la retaguardia, puedo desahogarme contigo.

Aunque suene un poco despistado decirlo, recién me di cuenta de que estaba en medio de una guerra brutal.

Las batallas aéreas, a diferencia de las terrestres, son de vida o muerte, pero es tan raro ver un cuerpo mutilado que no me había dado cuenta de la verdadera brutalidad de la batalla. No fue hasta hace poco, que la situación se volvió más adversa, que la sangrienta realidad se presentó ante mí de forma suave, pero al mismo tiempo innegable.

Las personas con las que hoy te sientas a cenar, mañana podrían ya no estar. El soldado que hoy recibe elogios y honores puede desaparecer al día siguiente. El oficial con el que discutiste hoy, quizás no se encuentre mañana. Las tropas de tierra con las que hoy intercambié palabras de aliento se habrán ido mañana.

A estas alturas, tengo miedo de establecer una conexión emocional con alguien. Tal vez mañana esa persona ya no esté aquí, o yo no esté. Tal vez ninguno de nosotros esté aquí.

Pensé que había pasado por tantas cosas que ya no sentía nada, pero sigo luchando por sobrellevar las malas noticias que llegan cada día.

Pero no me arrepiento de nada. Cada vez que siento dolor, siento al mismo tiempo que convertirme en piloto de combate ha sido la mejor decisión de mi vida.

Si no fuera piloto de combate, tendría que sufrir en silencio. Pero lo soy, puedo volar, puedo luchar, puedo intentar destruir la fuente de mi dolor. Como piloto de combate, todavía hay cosas que puedo hacer, cosas que puedo cambiar.

Nota: no uses el nombre que quiere Guangyuan, ¡es horrible! Escoger el nombre de un bebé es una decisión importante, ¡tiene que usarlo el resto de su vida! Elige este. Lo escogí después de días de revisar libros de poesía.

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Caiyi, hay tantas cosas que quiero decirte... Demasiadas.

Después de tu muerte, quisieron premiarme. Para ser sincera, creo que es ridículo.

Por sentido común, nadie premiaría al sobreviviente de una catástrofe natural o provocada solo por tener la suerte de sobrevivir. Pero la Comisión del Transporte Celeste así lo hizo. Me condecoraron como piloto heroica nada más que por tener la suerte de sobrevivir a esa terrible batalla.

Si hubieras tenido la misma suerte que yo, nos habrían condecorado juntas. Después de la ceremonia de entrega de medallas, habríamos ido al Callejón Aurum y nos hubiéramos tomado una copa o dos mientras nos reíamos de algo tan absurdo.

Es una pena que no tuvieras suerte, y ya no tendremos otra oportunidad.

De pronto sentí nostalgia. Recordé los buenos momentos que pasamos conduciendo nuestros astroesquifes por el Luofu. Qué felices fuimos, sin amenazas de vida o muerte y sin tener que seguir las órdenes de la Cacería. Todo el cielo del dominio era nuestro, solo tú y yo. Por encima de nosotras estaban los puntos de luz de la cúpula, por debajo, las luces de todas las casas. Y hacia atrás, los oficiales de la Comisión de Administración del Territorio no dejaban de perseguirnos.

Qué felices éramos. Ojalá hubiéramos podido quedarnos para siempre en esos momentos.

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