Notas de un erudito de la Escuela de Terracota (extracto)
Apuntes de un erudito de la Escuela de Terracota que registró sus pensamientos y sentimientos cotidianos en forma de poemas breves.
Notas de un erudito de la Escuela de Terracota (extracto)
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En sueños felices con familiares y amigos cantamos. Al despertar, por estar lejos de casa lloramos.
En sueños, de nuestros seres queridos nos tenemos que separar. Al despertar, sonreímos por un delicioso manjar.
Soñamos y nos despertamos en este ciclo sin fin. La vida se fragmenta y se vuelve a unir.
Creemos que sabemos qué es soñar y qué es estar despierto...
Mas si nunca despertamos, ¿cómo sabemos que esto no es un sueño?
Y si estamos soñando, ¿cómo podemos despertarnos de nuevo?
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Las estrellas caen mientras se elevan. Todo lo que nace está destinado a perder la vida.
El mundo es vasto, el tiempo, eterno, y el destino, una telaraña infinita.
Tú y yo somos solo insectos en esa red, diminutos fragmentos que en la bóveda de la vida aparecen.
Nos agitamos caóticamente, como nubes pasajeras que se desvanecen...
El mundo nunca nos pidió que lo entendiéramos, ¿por qué esforzarnos en el análisis, la deducción y la construcción?
Poner una cama sobre otra, colocar pilares bajo unos cimientos... Todo ello es una vana acción.
Si algo no se percibe, no necesita existir. Y si existe, es un vacío sin razón.
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En los estambres ondulantes de la dríade blanca veo fragancias elegantes, en la música de los banquetes escucho exquisitas dulzuras.
Entre los jardines huelo colores brillantes, en la miel que fluye saboreo melodías de ternura.
Mi alma ya ve la verdadera naturaleza de las cosas, y mi mente aprendió a no atarse a la Razón.
Al ver una flor, la observo, la escucho, la huelo, la saboreo... Y encuentro su ubicación.
Mas si la describo, la dibujo o la conservo como ejemplar, ya no es la misma flor.
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