Carta escrita a mano
Carta de Louis a su hermano mayor, en la que expresa su desilusión con su ídolo.

Carta escrita a mano

Querido hermano:

¿Cómo has estado últimamente?

Sinceramente, tu bienestar me importa muy poco, me siento muy mal de todos modos.

Siento haber tardado más de un mes en ponerme en contacto contigo. Tu preocupación maternal constante me molesta, es como un enjambre de mosquitos en un abrevadero durante el verano. Perdona el veneno que se filtra en mis palabras en este momento, pero una vez dijiste: "Quizá puedas confiar un poco en tu hermano", ¿verdad? Así que deja de quejarte y préstame atención.

Hace un tiempo me obsesioné con la obra de una pintora (ya sé que esto no es nuevo para ti, pero presta atención). Terminé escribiendo algunos ensayos de crítica sobre esto, utilizando mis técnicas de análisis habituales, las mismas que a esos idiotas del campo les encanta criticar como "asomarse a la intimidad del autor y hacerlo público". Sí, ese método de "topografía psicológica".

De verdad, esos vejestorios deberían aprender de sus difuntos mentores a quedarse callados. Dicen cosas como "solo los lunáticos quieren revelarse sin reservas". Pero ya veremos. Cuando sus ataúdes estén todos podridos, ¿cuál de esas cabezas estúpidas se salvará de quedarse al desnudo?

En fin, estoy divagando de nuevo así que volvamos a la pintora. Cuando publiqué mi segundo ensayo, la sección de comentarios fue un auténtico pandemonio: alabanzas, críticas, críticas a los que me alababan, críticas a los que me criticaban e incluso charlatanes y curiosos que se unían al alboroto...

Pero adivina qué... Quizá aún no lo sepas, pero la pintora... ¡me elogió!

Teniendo en cuenta mi "reputación" en la comunidad, los elogios genuinos sin sarcasmo ni adulación son más inusuales que la primavera en Snowland. Y sus palabras, aunque fueron sencillas, fueron acogedoras.

Puede que me haya dejado llevar un poco, pero ¿sabes? La idea de tener una amiga con gustos e intereses similares es como tener una fuente inagotable de galletitas dulces justo delante de ti (por cierto, el mayordomo me dijo que últimamente comes mucho azúcar. Será mejor que empieces enderezar las riendas antes de que llegue a casa). Como ya sabes, mudarme a Colonipenal fue una decisión precipitada, lo admito, pero mi pasión por el arte es el único fuego de mi vida. Y no te preocupes, Claudia estuvo conmigo en este viaje.

¡No te rías aún! No me di cuenta de que había viajado hasta allí para conocerla y me marché de allí en un abrir y cerrar de ojos. La gran pintora que admiraba resultó ser solo una ama de casa con una mente desierta y sin ambiciones. ¿Toda esa elegancia y bondad de corazón? Era todo una fachada, ¡no hay más que superficialidad!

Antes tenía en gran estima a esta pintora excepcional, pero ahora su nombre solo me recuerda a un pincel desgastado: cobra vida cuando se moja en el pigmento de la inspiración, pero una vez que se lava el aceite, se vuelve pálido, rígido y sin valor.

Aun así, fui cortés con esta señora supuestamente "talentosa", ¡y no le dije nada malo! Tuvimos una charla muy cordial y luego nos despedimos. Aunque te parezca increíble, incluso me invitó con amabilidad a escribir otra reseña de su nueva obra de arte.

¡Ja, ja, ja! ¡Qué reunión tan "formal" de principio a fin!

Bueno, Lester, no volveré a casa este mes, ni el siguiente, ni el siguiente. Me llevo a Claudia de viaje a la galaxia de al lado. ¡Necesito olvidarme por completo de este molesto pincel desgastado!

Louis