Asta

Una joven muy curiosa y energética que también es la investigadora jefa de la Estación Espacial Herta.
Asta lo hace todo sin esfuerzo, ya se trate de lidiar con empleados obstinados o de responder a la Sociedad del Conocimiento con educación y firmeza.
Después de todo, ¡liderar una Estación Espacial es mucho más fácil que heredar una empresa familiar!

Cuando aún era pequeña y empezaba a elegir su propio telescopio, Asta oía a menudo los débiles murmullos de los ancianos alabándola. Estaba bastante orgullosa de eso, porque era capaz de distinguir el artesano y el sistema de guía astral de cada telescopio con un simple vistazo.

No fue hasta un día que se puso más cerca cuando se enteró de que en realidad se burlaban de ella: ¿cómo podía una niña tan pequeña querer un objeto tan extremadamente caro?

Las aficiones personales no existían a los ojos de esa gente. Lo único que veían era una princesita mimada.

"¿Te gustan las estrellas? Oh, lo entiendo, cariño. Te gustan las cosas brillantes, ¿no?".
"Eh... Bueno, sí. Ahora mismo estoy investigando protoestrellas, y espero descubrir algún día un nuevo sistema estelar. Le pondré mi nombre... Como aquellos famosos astrónomos de antaño".
"¿Eso es todo? Podemos ponerle tu nombre a un planeta por tu cumpleaños. ¿O qué tal dos? En realidad, es bastante barato".
"..."
"Oye, ¿a dónde vas? ¡Asta!".

Sabe que no importa si ella y su madre pueden hacer bien el trabajo de voluntarias, la gente solo quiere verlas aquí, y eso es todo.

Tras repartir la comida, la gente se dispersó y un niño pequeño se quedó atrás. Tenía una herida en la mano derecha y sus ojos eran como los de un lobo mientras la miraba con hambre.

"¿Tú también quieres pedirme dinero prestado?".
"No quiero dinero. Quiero devolver el costo de esta comida, pero ahora no tengo dinero".

De vez en cuando, "amigos" a los que no reconocía venían a preguntarle si podía prestarles dinero. Era la primera vez que escuchaba a alguien ofrecerse a devolverle el dinero, así que sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Al escuchar la conversación, su madre no pudo evitar reírse.

"Todavía eres un niño. ¿Qué sabes hacer?".
"Pelear".
"Ese no es un buen trabajo. ¿Qué tal si yo te doy un trabajo?".

Hasta el día de hoy, en el corazón de Asta, la cuenta de la comida de Arlan quedó saldada en el momento en que él dijo que le pagaría.

"Las estrellas siguen sus propias órbitas, pero ¿qué pasa con los humanos? ¿Podemos esperar alguna vez controlar nuestro propio destino?".

Provenir de una familia acomodada le otorgó a Asta el poder de explorar las estrellas, pero también se convirtió en sus propios grilletes.

A medida que crecía, la intención de Asta de convertirse en astrónoma era considerada cada vez más radical por su familia. Asta empezó a perder la cuenta de las veces que discutía sobre este tema en las reuniones familiares.

Hasta que un día, después de una reunión familiar, entró una marioneta. Y uno de esos miembros dominantes de la familia se había transformado de repente en alguien que decía sí a todo.

"Es esa chica".
"Pero...".
"Sin peros, no vine hasta aquí para escuchar tus informes basura. Prefiero escuchar a esta chica debatir contigo".
"..."
"Quiero verla en la Estación Espacial dentro de tres días".

Y, con eso, la marioneta salió directamente sin mirar atrás.

Tras convertirse en la investigadora jefa de la Estación Espacial Herta, la vida de Asta se volvió más ajetreada que nunca. Tenía que gestionar a los investigadores y sus diferentes opiniones, responder a la numerosa correspondencia que recibía Herta, mantenerse en contacto frecuente con la Corporación y conseguir aparatos de diferentes fuentes... Pero al mismo tiempo, experimentaba la mayor libertad que jamás había conocido.

"Vuelve a desplegar el telescopio Nyul Iman en la 2.ª bahía de equipos, ajústalo a 100× unidades astronómicas y comienza a observar el núcleo de la nube preestelar que tenemos delante".
"Presta mucha atención a la densidad de las partículas. Si descubres alguna estructura superdensa, comienza a registrar el proceso de fisión de la protoestrella de inmediato".

En sus ratos libres, Asta pensaba a veces en cómo, desde que llegó a la Estación Espacial, la señora Herta parecía haber dejado de venir. Incluso preguntó por ello, pero la respuesta fue: "Si no hay nada nuevo, no me molestaré en ir".

"... Prefiero escuchar a esta chica debatir contigo".

Pensó en aquel día de hacía mucho tiempo, y en lo que Herta había dicho con indiferencia a su familia.

La Herta de sus recuerdos parecía destacar sobre la resplandeciente luz de las estrellas y tener el poder de controlar el cielo estrellado... y su propio destino.