Bronya

La heredera de la Guardiana Suprema de Belobog. También es la joven pero competente comandante de la Guardia Crinargenta.
Desde pequeña, Bronya recibió una educación muy estricta y posee la conducta y la afinidad que se esperan de una heredera.
Pero, tras presenciar la situación lamentable del Bajomundo, la semilla de la duda comenzó a brotar en la mente de la futura gobernante de Belobog. "¿La formación que recibí realmente puede ayudar a la gente a conseguir la vida que quiere?".

Aprendió a ocultar sus pensamientos desde una edad temprana. Todos los días recorría los mismos caminos con los demás niños, jugaba a los mismos juegos y chismeaba de las mismas cosas. Pero nunca se sintió abrumada por la naturaleza trivial y anodina de la vida: cada vez que estaba sola, se sentaba en su banco de piedra blancuzca, mirando al cielo e imaginándoselo perfecto y completo, sin la obstrucción de ese disco plano.

Veía a los jornaleros chorreando sudor, sus ansias de vivir aplastadas por la presión de la supervivencia. Al ver la mirada cansada, pero sincera de sus ojos, se sumió en la confusión. ¿La vida de veras tiene que ser así? Igual que la inmensidad del cielo fue diseccionada por aquel monstruoso disco de acero, quizás la libertad que ella anhelaba también estaba destinada a ser incompleta.

Luchó por salir de ese atolladero, grabando en silencio en aquel camino de piedra polvoriento los ideales que llegaría a implantar en su vida.

"Hacer del mundo un lugar mejor".

Sentada en el regazo de su madre, con los fríos brazos rodeando su cuello, sintió una indescriptible sensación de seguridad. La voz de su madre era suave y profunda mientras le contaba a la niña un antiguo cuento popular, cuyo final no era nada satisfactorio, pero que, sin embargo, la niña disfrutó mucho. Su madre sabía lo que le gustaba, y esos cuentos con final feliz solo la dejaban aburrida y le planteaban demasiadas preguntas. Contar historias con finales malos era una excelente manera de conseguir que la niña se durmiera por la noche.

"Madre, ¿por qué no puede Lord Grey vivir una vida feliz como Catherine?".
"¿Quieres que sea feliz, Bronya?".
"Lord Grey es un buen hombre. La gente buena merece tener una vida feliz".

La conversación se detuvo ahí, pero ella recordó la suave sonrisa de su madre. Años más tarde, cuando recordó aquella cálida tarde en la Fortaleza Qlipoth, sintió que la sonrisa de su madre podría haber ocultado una pizca de arrepentimiento.

En el momento en que se puso la armadura de la Guardia Crinargenta, ya se había dado cuenta de todo. Pero el primer funeral al que asistió fue mucho más serio de lo que podía imaginar.

Era la primera vez que dirigía una campaña en las ruinas del norte. La Guardia Crinargenta y los monstruos del Fragmentum se enfrentaron en un combate brutal. Lideró a un escuadrón de diez soldados a las profundidades de las líneas enemigas y lucharon con valentía hasta que se quedaron sin munición y sin comida. Cuando se dirigían al punto de evacuación, las aterradoras criaturas del Fragmentum les tendieron una emboscada. Un valiente soldado raso bloqueó el ataque mortal. Ni siquiera tuvo tiempo de ver la cara de su salvador.

Resonó el prolongado lamento del cuerno fúnebre. El joven capitán vio su dolor y acudió a su lado.

"El ataúd está vacío. Ni siquiera logré traer su cuerpo a Belobog...".
"No se culpe, señorita Bronya. Por usted y por la ciudad... todos aquí están dispuestos a hacer el mismo sacrificio".
"... Ojalá pudiera cambiarme por él".
"Aprender a soportar estas pesadas cargas es la única manera de convertirse en una verdadera líder".

La mujer se paseó de un lado a otro, con una puerta entre ella y la multitud de personas. Estaba muy familiarizada con este tipo de conferencias, pero la ansiedad de la espera nunca disminuía a pesar del refinamiento de sus habilidades oratorias. Al recordar la promesa que estaba a punto de hacer y las palabras de consuelo que había elaborado, se hundió en un estado infantil de confusión e incredulidad durante esos breves minutos.

Una brisa repentina agitó el aire viciado de la habitación y movió su largo cabello. Se dio la vuelta y vio una figura familiar que caminaba hacia ella, con pasos delicados y silenciosos, como un caleidoscopio de mariposas revoloteando por el pasillo silencioso.

"¿Otra vez estás pensando demasiado?".

Eso preguntó la chica que parecía una mariposa con una sonrisa burlona en la cara. Ella respondió con una mirada exasperada.

"Lo mismo de siempre, ya sabes: estoy nerviosa de antemano, pero puedo jugar con mi público una vez que suba al escenario".
"Oye, no arruines esto. Esos viejos fósiles quieren jugar a la política, y les preocupa no encontrar nada sucio sobre ti".
"Ja, ja... Entonces tendré que pedirte que los vigiles por mí".
"Oye, parece que se acabó el tiempo".

El ruido sordo de los engranajes crujiendo y girando resonó en el pasillo. Lanzó una última mirada a la persona que estaba a su lado, que se retiró a las sombras con un movimiento de cabeza y una sonrisa de confianza.

La puerta se abrió con un chirrido y un rayo de luz cálida entró en la sala, iluminando su rostro. Lo que siguió fue un aplauso ensordecedor y vítores.

"Vamos, Bronya".