Ella dijo que se llamaba Constanza.
Esa fue la primera vez que la vi. Con un vestido blanco, peinaba mi cabello desordenado tras despertar de la incubadora.
Ella dijo que se llamaba la Dalia.
Era la segunda vez que la veía. Durante una misión, sus guantes blancos limpiaron mis manchas de sangre... tal como lo haría una hermana mayor.
"No tengas miedo, siempre estaré contigo".
Ella desapareció en las profundidades del dulce sueño, dejando solo un tenue aroma a flores.
En el planeta de las celebraciones hay muchos buscasueños llenos de esperanza, mientras ella se convierte a su gusto en parte de los recuerdos de otros.
Yo actúo según las instrucciones del guion, pero ella nunca se lo tomó en serio.
Durante este largo banquete, se mueve arriba y abajo en el pentagrama de las Vías, como si no pudiese rechazar ninguna invitación...
Deambula por la melodía del Orden, pero no puede evitar tocar las notas de la Armonía. Mientras escucha el murmullo de la Propagación, bajo los caprichos del destino, se deja voluntariamente engullir por las sombras de la Nihilidad, y consciente o inconscientemente... se enreda con su pareja de baile, la Reminiscencia.
Como siempre, su entusiasmo era intenso pero efímero.
Decía que solo podía sentir la alegría de estar viva cuando ponía su vida al filo de la navaja.
Por eso, noté lo compleja que era la mirada que me lanzó...
Pude ver en su rostro la compasión por mi muerte predestinada. También pude ver el placer, como si hubiera creado otro hermoso recuerdo. Y la curiosidad, curiosidad por ver cómo me rebelaría contra mi propio destino.
Le pedí que quemara los recuerdos que relacionaban a los Anónimos con la Conclusión, pues eran demasiado peligrosos.
Con el fuego de su cola mágica, incineró el pasado de los Anónimos,
pero me dijo sonriendo que nada se olvida realmente, ni siquiera bajo las llamas más intensas.
Quizás lo ha hecho millones de veces.
Ha dejado mucho atrás, todo porque siempre ha estado buscando algo.
Tal vez por eso, sigue asistiendo a los banquetes una y otra vez. Aunque los invitados murmuren y la maldigan diciendo que es el símbolo del luto y la marchitez. Pocos recuerdan que el luto es un tributo a la vida, que de las cicatrices manó una vez sangre ardiente, y que lo marchito tuvo su pasado de máximo esplendor.
— Recuerdo distorsionado de cierto miembro de los Cazadores de Estelaron