"Olor a tabaco, caramelos y champú barato... Desprende el típico olor de un soltero de mediana edad. Aunque su ropa es pulcra, siempre está arrugada y muestra falta de estilo. Tampoco demuestra interés alguno en cuidar de su aspecto. No tiene muchos amigos, y su pasatiempo favorito después del trabajo es disfrutar de unas copas del Especial Dulces Sueños. Siempre se sienta en el mismo sitio, con la misma bebida y con los mismos camareros... Nunca ha cambiado en más de una década.
Aun así es un hombre que se ganó la admiración y el respeto de los miembros de la familia Sabueso, lo que probablemente esté relacionado con esa cicatriz grabada en su rostro. En un dulce sueño prácticamente desprovisto de accidentes, una fea cicatriz es un raro honor para un oficial de seguridad, símbolo de antigüedad y prestigio.
Cuando se enfrenta a un caso, lo primero que hace es desenvolver un caramelo y llevárselo a la boca. Cuando el caramelo casi desaparece de tanto masticarlo, se sumerge en la investigación con el ceño fruncido y reflexiona sobre las pistas hasta altas horas de la madrugada en el bar. Sin embargo, a diferencia de los jóvenes agentes, parece que ya no encuentra placer en detener a los sospechosos. Cuando mira a los ojos de los supuestos criminales que han caído profundamente en el dulce sueño, no veo en sus ojos ninguna sensación de logro, solo un profundo vacío y melancolía.
En realidad lo entiendo. Cuando llegas a esta etapa de la vida, empiezas a dudar del sentido de la vida que has llevado hasta entonces. Es justo lo que yo he experimentado".
«Nota: El oficial de seguridad de la familia Sabueso»