Gepard

El honorable y honrado capitán de la Guardia Crinargenta, descendiente de la aristocrática familia Landau.
En Belobog, la ciudad azotada por el frío, la vida puede continuar con normalidad...
Y en gran parte es gracias a que Gepard y sus Guardias Crinargenta garantizan la paz.

El joven capitán estaba en lo alto de la muralla norte.

Contempló los páramos blancos que tenía ante sí, y observó a los extraños seres del Fragmentum que formaban un enjambre inquieto en la distancia. Vio a la intrépida Guardia Crinargenta alineada en formación para vigilar la ciudad, como un parapeto defensivo.

Esta era su posición original. Cuando aún era un humilde soldado raso, había jurado ser el escudo más fuerte de Belobog y se comprometió a morir con sus camaradas, incluso como capitán. No se trata de una broma de la Guardia Crinargenta, porque Qlipoth es testigo de este juramento.

Sin embargo, justo en ese momento, no estaba donde debía estar, y todo era por la petición de la Guardiana Suprema.

¿En qué estaba pensando exactamente la Guardiana Suprema? El joven capitán no tenía ni idea, pero pronto se obligó a centrarse en el conflicto que tenía entre manos.

"Recuerda, Gepard Landau".
"La duda engendra arrogancia, y la duda engendra maldad. Como modelo de Belobog, no hay que pensar demasiado en las cosas".

El joven capitán estaba en lo alto de la muralla norte.

Tras la más épica de las batallas, los pocos sobrevivientes de la Guardia Crinargenta emprendieron el camino de vuelta a Belobog. La Guardiana Suprema mandó organizar un desfile inmediatamente para celebrar esa victoria que tanto había costado ganar. Durante más de tres días y noches, toda la ciudad se deleitó en un ambiente de carnaval con grandes risas y alegría. La celebración alcanzó su punto álgido en una ceremonia de entrega de premios a los Guardias Crinargenta.

Ante la atenta mirada de la multitud, la Guardiana Suprema entregó una recompensa al mejor soldado por su destacado servicio militar. El joven capitán de una casa noble se puso en silencio el guantelete forjado de geomédula ligera, flexible y fuerte que irradiaba una especie de aura. Esa fue la única impresión que tuvo de ese tesoro.

¿Cuántas vidas de sus compañeros se habían perdido a cambio de una condecoración tan gloriosa? Se obligó a no pensar en ello. En ese momento, solo podía satisfacer las expectativas de la Guardiana Suprema y de toda Belobog con una sonrisa, porque eso es lo que debe hacer un soldado leal.

En el momento en que el capitán se puso el guantelete, un brillante rayo de luz salió disparado de las juntas entre las placas. El público estalló en una prolongada ovación.

Nadie pudo ver las caras de cansancio bajo los cascos de aquellos Guardias Crinargenta. Simplemente pensaron que se trataba de una victoria triunfal.

La Guardiana Suprema tomó la decisión correcta y estratégica, al fin y al cabo.

Después de la guerra, muchos residentes de Belobog pudieron por fin soltar un suspiro de alivio y recoger los pedazos de sus sencillas vidas. Sin embargo, ni siquiera el propio capitán podía imaginar que, tras este falso amanecer de paz, se enfrentarían a una guerra total cada vez más trágica. Sin ayuda exterior, esta guerra prolongada marcaría el fin de toda Belobog.

En ese momento, estaba comprobando si su escudo, la Barrera, seguía funcionando con normalidad. Este pesado dispositivo de campo de fuerza lo fabricó su hermana a mano a partir del estuche de una guitarra, y si algo se rompía, el pobre capitán tenía que confiar en su hermana, que era una estrella de rock, para que le ayudara a arreglarlo.

"Gepard, si, y estoy hablando hipotéticamente...", recordó sus palabras, "si un día, la Guardiana Suprema te ordena abandonar al pueblo de Belobog para completar algún objetivo suyo... ¿Qué harías?".
"Nunca se atrevería a hacer eso. Es la Guardiana Suprema". Estaba convencido.
"Estoy hablando hipotéticamente". Ella lo miró.
"No estoy seguro de por qué lo preguntas, pero hice un juramento de conservación a Qlipoth. Protegeré a Belobog y a su gente a cualquier precio, incluida mi propia vida, por supuesto".
"Si un día, proteger al pueblo significa desobedecer las órdenes de la Guardiana Suprema, y si ambas opciones me pusieran en peligro, entonces seguiría eligiendo la primera. Porque eso es lo que se supone que debo hacer".
Se quedaron en silencio, antes de que ella comenzara a reírse a carcajadas.
"Ay, Gepard...".
"Realmente eres un Landau, ¿eh?".

El joven capitán estaba en lo alto de la muralla norte.

Observó por el rabillo del ojo a la estimada Guardiana. Vio su cabeza erguida mientras miraba con altivez, como si nada en la ciudad tuviera que ver con ella. Su gente no podía alegrarla, ni enfadarla, ni entristecerla, ni asustarla. Solo había vacío en esos ojos.

¿En qué estaba pensando exactamente la Guardiana Suprema? El joven capitán se devanó los sesos, pero no pudo encontrar ninguna respuesta.

La cacofonía de las gaitas en medio de las explosiones marcó el comienzo del asalto. La cortina de nieve se rasgó al instante y aquellos valientes guerreros de azul respondieron a la llamada, levantando sus alabardas una tras otra y apuntando con el filo a las hordas de monstruos de otro mundo. Al amparo de la artillería, comenzaron su carga a vida o muerte.

Gepard Landau, ¿en qué estabas pensando? El joven capitán se devanó los sesos.

"Recuerda, Gepard Landau...".
"Defenderás a Belobog y a su gente a cualquier precio, nunca defraudarás a la gente que debes proteger... ¡Nunca desprestigies el apellido Landau!".

Esta vez, el joven capitán finalmente encontró su respuesta
mientras salía al campo de batalla.