Jade

Una alta directiva del Departamento de Inversiones Estratégicas de la Corporación y una de los Diez Corazones de Piedra, conocida por su piedra angular "jade del préstamo".
La bella y elegante prestamista, experta en descifrar las profundidades de la mente de las personas, suele exigir un precio a sus adversarios y asegura los beneficios de la Corporación mediante garantías y contratos.
Está dispuesta a hacer todo lo posible por sentar las bases para adquirir algo de mayor valor y obtener beneficios de clientes aparentemente sin dinero.

A la galaxia Cadena de Plata se acercaba una tormenta de iones, de esas que tienen lugar una vez cada cien Eras del Ámbar. Una joven de una familia que se dedicaba al comercio de joyas estaba en la terraza, contemplando un cielo inundado de colores inusuales.

"Es hora de irse, señorita. El Sr. Horus alquiló una nave estelar entera, y debemos dirigirnos al puerto estelar de Basvia para refugiarnos".
"Pero los plebeyos de la Cadena de Plata no saben de la tormenta, ¿no?".
"No tenemos opción. Es para prevenir posibles disturbios".
"... Vete si quieres, pero yo me quedaré aquí y buscaré la ayuda de esa mujer".
"Pero esta tormenta de iones borrará toda tu riqueza...".
"Siempre hay cosas que no se pueden medir simplemente por su valor, como... la bondad y la vida".
El anciano mayordomo dejó escapar un profundo suspiro.

La joven entró en la casa de empeños.
"Bienvenida a la Casa de Empeño Bonajade. ¿Quién eres? ¿Y qué buscas?".
Una voz desconocida y elegante sonó desde detrás de la cortina.
"Oh, amable señorita. Las preocupaciones de su alma parecen tan turbulentas como la furiosa calamidad de la galaxia Cadena de Plata".
Quien hablaba desde las sombras emitía una luz cálida. La joven levantó la vista con ansiedad.
"Sí, por eso estoy aquí. Busco... una esperanza".
"Una esperanza de salvar la galaxia Cadena de Plata, ya veo. ¿Qué precio pagarás a cambio?".
"El sueño oceánico, la sangre sagrada y la joya del siglo... Cada una de estas gemas bastaría para reclamar la propiedad de un asteroide...".
"Sabes que no es suficiente".
"El arrendamiento de un tercio de la industria minera de la galaxia Cadena de Plata... por toda la eternidad".
"Tu sinceridad es impresionante, pero me temo que aún no es suficiente".
"Pero no tengo nada más que darte...".
"¿Crees que todo en este mundo puede ser objeto de comercio?".
Una mano blanca y delgada surgió de la oscuridad.
La joven levantó la vista, y el destello que se desvanecía en sus ojos comenzó a palpitar de nuevo.
"Llevaré la paz a la galaxia Cadena de Plata. En cuanto al precio... Quiero todo tu ser".
"Te convertirás en una agente de la Corporación en la galaxia Cadena de Plata. Desde este momento, cada bocanada de tu aliento y cada minuto de tu vida contribuirán a la gran causa del Señor del Ámbar...".
"Hasta el final de tus días".

"La galaxia Cadena de Plata se incorporó oficialmente a la esfera comercial de la Corporación. Se espera que nuestros beneficios aumenten un 47% en el próximo ciclo".
Tres representantes de nivel P46 se sentaron a la mesa en una opulenta sala de conferencias.

"Ese lugar debería haber sido destruido por la tormenta de iones, así de simple".
El hombre mantenía la mirada fija en la ventana mientras hablaba. El crepúsculo en Pier Point es rojo púrpura, mientras que los altísimos edificios reflejan el resplandor opalescente.
"Yo opino lo contrario. Una presa que muere de causas naturales... ¿qué tiene eso de divertido?".
Así comentó la mujer sentada al otro lado de la mesa redonda, agitando suavemente el vino de su copa, rojo como la sangre.

"A diferencia de ustedes, solo soy una comerciante".
Jade se levanta y termina de hablar con una sonrisa. Conocía el resultado. Sabía que las tres personas en la habitación no llegarían a un acuerdo.
"Lo que mejor sé hacer es esperar a que la mejor inversión se presente, una operación tras otra".
"Aquellos que se encuentran en una situación de desesperación harían cualquier cosa por cumplir sus deseos. Esos deseos les darán una fuerza inimaginable".
"Mira, la galaxia Cadena de Plata, que siempre se opuso a la Corporación, ahora se ha convertido en un fiel aliado del Departamento de Inversiones Estratégicas".
"Así que espera y verás. Las semillas que plantamos hoy nos darán frutos mañana".

En la Frontera Estelar, existe la leyenda de que cuando uno está totalmente desesperado y dispuesto a renunciar a todo lo que tiene, puede solicitar la ayuda de la Corporación y, si la fortuna le favorece, llegará un prestamista que nunca rechaza a ningún cliente.

"Bienvenido a la Casa de Empeño Bonajade. ¿Quién eres? Y ¿qué buscas?".
Repitió el saludo innumerables veces a la espera de que los deseos del cosmos entero se movieran hacia ella.

Una hermosa bailarina fue a verla en busca de la posibilidad de la belleza eterna. Tomó una parte de su vida y le otorgó acceso a la Sociedad del Conocimiento. Una y otra vez, la bailarina recuperaba su juventud y solo regresaba a la Casa de Empeño Bonajade cuando los años la alcanzaban. Hasta que un día, se fue con su rostro escondido entre las manos y nunca más volvió.

Un soldado de un país caído empeñó todas sus emociones por una posibilidad de venganza. Tras perder todo su dolor y furia, se transformó en una máquina de guerra que sembraba muerte. Finalmente, erradicó a todos sus viejos enemigos y quedó atrapado para siempre en su pasado. A su paso, solo dejó tierra arrasada... territorios que luego cayeron bajo el dominio de la Corporación.

Una pareja de baviru intercambió sus recuerdos por riqueza absoluta. Visitaron la Casa de Empeño Bonajade en diferentes etapas de su vida en busca de riqueza, fama y estatus social... hasta dilapidar todos sus recuerdos. Llevaron una vida feliz solo para olvidarla por completo al final.

Circuló el rumor de que cualquier cosa podía usarse como garantía en la Casa de Empeño Bonajade, hasta quienes no tienen nada podrían conseguir una nueva vida.
"¡¿Llamas a eso caridad?! No, ¡es una bruja malvada! ¡Un demonio maldito que disfruta de coleccionar almas!".
"Nunca hables con ella o terminarás perdiéndolo todo...".
"¿Estás hablando de la señora Bonajade? No, ¡no es así para nada! Sin su ayuda, mi ciudad natal habría sido tomada como colonia hace mucho tiempo".
...
Oye lo que dicen sobre ella en las estrellas, pero no le pone atención.
"Una delgada línea separa lo correcto de lo incorrecto, el bien del mal".
"Cuando un deseo, por pequeño que sea, se cumple, surgen muchos más. Lo único que debemos hacer es... esperar y cosechar".
Contó meticulosamente su colección, los restos de los deseos ardientes de la gente.

Otro día, dos jóvenes llegaron a su puerta. La puerta se abrió silenciosamente, y dejó al descubierto una habitación con un velo de humo. En medio del humo, ella detuvo momentáneamente su evaluación de las garantías en la balanza y gentilmente ofreció té recién hecho a sus visitantes.

"Como lo anticipé, Ópalo te eligió para manejar el caso de Colonipenal, pero parece que... hiciste una nueva aliada".
Comentó mientras les indicaba que tomaran asiento en las adornadas sillas que aún conservaban el calor del visitante anterior.
"¿Qué necesitan para cobrar las deudas incobrables de Colonipenal?".
"Tu piedra angular", respondió el joven mirándola directamente a los ojos.
"Bien, esta es la primera vez que alguien pide algo así. ¿Qué precio pagarás a cambio?", preguntó con una sonrisa en sus labios.
"Nuestras piedras angulares", respondió la joven.
"Y mi vida también. No tengo otra opción si quiero abrirme paso en Colonipenal". Un destello de luz parpadeó en las pupilas sin fondo del joven.

Cuando sus miradas se encontraron, varios recuerdos del pasado cruzaron rápidamente su mente, luego se posaron en la imagen de su primer encuentro con estos dos.
Ella dejó escapar un suave suspiro y colocó un modelo en miniatura de Colonipenal en un extremo de la balanza.
"Cada uno de nosotros tiene sus propios comienzos y finales".
Colocó el topacio en el otro lado de la balanza.
"Este viaje puede ser largo o corto, pero mientras no hayamos llegado al final, debemos cumplir el contrato".
Luego, colocó la aventurina.
"En este mundo, todo tiene un valor. Todo se puede medir, aprovechar e intercambiar...".
Por último, colocó el jade en la balanza, y esta se inclinó por completo y cayó.
"Ahora, intercambiémoslo por el futuro de Colonipenal".