Trazacaminos

La/El joven Trazacaminos decidió viajar con el Expreso Astral para eliminar las amenazas provocadas por el Estelaron.

No te acuerdas de mucho.
No tienes muy claro ni de dónde vienes ni a dónde vas.
Hasta que una voz, cariñosa y triste, te susurra al oído queriéndote convencer, apremiándote de forma engañosa...
La semilla está plantada. Abres los ojos, pero quien te hablaba ya no está.

Pero la voz se hace cada vez más clara.
Se preocupa por ti con serenidad, te aconseja con calma, te insiste con firmeza, te indica con ternura...
Ves cómo los hilos se entretejen en el mañana.

Una bestia gigantesca desciende desde el vacío, sus pupilas doradas observando desde la profunda noche.
El pasado ya no volverá a abandonarte.
Un larguísimo viaje te aguarda, y las espinas que pises serán tu camino.

El tren silba como deseando que alcances el futuro venidero.
Al igual que tu propia determinación.

Llegaste a la Ciudad de la Conservación.
Detrás de la cortina de nieve y entre el viento cortante como espadas, la yesca permanece.
Desde la distancia no se oye a la tierra temblar, solo el aullido de la gente sobre el viento.

Después de los enemigos de fuera, el Hielo Eterno y las fisuras, el mismo corazón de la fortaleza empieza a gangrenarse.
Te abandonan a cambio de tu ayuda.
Hay quienes te menosprecian y te malinterpretan, pero acudes a su lado y sigues su camino.
Pero muchos más miran y se preocupan por ti y, viendo su sufrimiento, encuentras una receta que lo cure.
Al final, ellos acuden a tu lado.

Eres como un fuego en medio del hielo y la nieve que protege a las almas de este mundo.
Aunque tengas que consumirte día tras día, noche tras noche.

La armoniosa música te hace tropezar y caer en el sueño, mientras el sirope y la soda inundan tu garganta.
Es un gran festival rebosante de gente y algazara, y desconocidos se disfrazan y se reúnen en el sueño.
Contemplan a gusto las extrañas y maravillosas vistas, y se despiden cuando el rocío reluce al alba...
Pero en este momento, la oscuridad de la medianoche apenas comienza.

Las manecillas hacen tic-tac, y la muerte sigue cerca como una sombra.
Te arrojan a la mesa de negociaciones como si fueras una ficha de juego, pero te las arreglas para ganarte el derecho a descubrir los secretos.
Llevas contigo los sueños de los muertos y continúas el viaje que no pudieron terminar, enfrentándote a enemigos que no pudieron vencer...

El falso dios se alza con los anhelos aglomerados de la gente, y el canto unánime de millones de voces ahoga tu existencia.
Quienes recorren distintos caminos se toman de la mano.
Sus melodías se entrelazan, débiles pero inextinguibles como las luces en la larga noche.
Uno tras otro, la gente se despierta de su sueño. Y esa pequeña canción se funde finalmente en un clamor ensordecedor que rasga la cortina del sueño.

El dulce sueño eterno se desvanece en un instante, y por fin entiendes por qué la gente dormita.
Por un mañana libre de sueños.