"Hook, ¿por qué no puedes girar cuando bailas, igual que yo?".
La niña apretó los puños e hizo un puchero. Debajo de su característico sombrero de fieltro, su cara regordeta estaba más sonrojada que nunca.
"Señor Svarog, ayude a Hook, por favor".
Sin decir palabra, el enorme robot extendió su brazo robótico.
"Me... ¡me estoy mareando! ¡Suéltame!".