Estaba acostumbrada a que la gente perdiera su hogar, y también a que perdieran la vida... pero llorar cuando estaba sola no servía de nada.
"Ponte este pañuelo rojo y compartiremos nuestro dolor".
"Somos una familia. Somos Llamarada".
Cuando esas manos grandes le acariciaron la cabeza, no pudo contener las lágrimas.