Los impactos sordos resuenan en la sala de entrenamiento, seguidos de una patada atronadora, y el saco de arena casi se parte en dos.
"Este entrenamiento es demasiado duro, ¿no, general?", pregunta el soldado que está a su lado.
Ella se ríe y niega con la cabeza. Luego cuelga otro saco de arena.
"¡Esto no es nada!".
Las gotas de sudor reflejan la luz de la luna y se deslizan como perlas cristalinas. La advertencia del general fallecido se le viene de repente a la cabeza: "Suda más en el entrenamiento para derramar menos lágrimas en la batalla".