"Hasta mañana, Trispios...".
Cuando su madre se iba a algún lugar lejano, la niña se secaba las lágrimas de las mejillas.
Esperó un mañana tras otro, hasta que creció y se convirtió en alguien como su madre.
Se detiene ante la puerta y sostiene la Yesca con fuerza mientras recuerda las palabras de su madre.
"En ese lugar no hay viento, frío ni lluvia...".
"Pero si no nos vemos mañana...".
Ella cae hacia la tierra, y deja tras de sí su figura infantil, como una estrella fugaz que atraviesa el cielo.
"¡Entonces nos veremos pasado mañana!".