Cuando se revela la última carta, innumerables emociones afloran a los rostros de sus oponentes: decepción, rabia, impotencia, calma...
"Ya que estamos aquí, ¿por qué no hacemos algo más emocionante?".
Y empuja todas sus fichas. Quienes se consideran desafortunados se retiran de la mesa maldiciendo en susurros. Secretamente, esperan que pierda.
Las victorias y las derrotas, la reputación, la suerte... Nada de eso le importa. Simplemente, está obsesionado con ese momento que hace temblar su vida.
Una decisión es lo único que separa el cielo del infierno.
Se lanzan las fichas, se oyen lamentos y las satisfacciones ilusorias como esta se desvanecen cuando el polvo se asienta.
"Tenerlo todo o no tener nada... Pero no tengo libertad para elegir".