Las mareas heladas que rompen constantemente contra las orillas y llevan todo hacia su final fluyen en el estrecho espacio que hay entre la existencia y la nada.
Aquí, los ahogados piden socorro, cantan sus lamentaciones, disfrutan de la felicidad, viven dulces momentos y sufren grandes dolores... y todo esto se refleja en el agua. Ella no puede vivirlo, pero lo siente.
Antes de llegar al final, tiene que andar muchos caminos, oír muchos sonidos y cambiar muchas cosas.
Extiende la mano y salva a los ahogados de las tentaciones de la Nihilidad, y una ilusión tras otra se rompe tras su silueta.
Ella sigue andando en este mundo sin límites en busca de un destino final que no existe.
Y aquí siempre está lloviendo.