"Señora Bonajade, si no fuera por su continua ayuda y donaciones, el orfanato...".
Las palabras del director se vieron interrumpidas por la suave caricia de Bonajade sobre las cabezas de los niños.
"No te preocupes por el futuro mientras esté aquí... Además, no es necesario hablar de estas cosas frente a los niños, solo les preocuparíamos más".
Los pequeños alzaron la mirada, compartiendo con ella los sucesos recientes, sus preocupaciones y sus sueños.
"¿Cuándo volverá, señora Bonajade?".
"No se exija demasiado, asegúrese de descansar lo suficiente...".
"¡Cuando crezca, quiero ser como usted!".
Bonajade se detuvo un momento al ver la mirada limpia de los niños.
"¿Ser como yo?...".
La niña añadió con entusiasmo mientras le ofrecía una manzana: "¡Sí! ¡Alguien que lleva luz y esperanza a los demás!".
La pobreza, el desamparo, la tristeza, el sufrimiento... Ella viajaba por el cosmos, aceptando lo que otros empeñaban y devolviendo algo del mismo valor.
La vida existe por el deseo, se apresura por el deseo y muere por el deseo. Esta es una ley irrefutable, al igual que una verdad inevitable.
Una filántropa con un lado oculto, una villana que hipoteca almas... El mundo le asignaba diversas identidades, pero solo ella comprendía la moralidad tras sus actos.