"¡Mamá, quiero que me cuentes otra historia!".
"¿Qué te parece si te cuento una historia sobre el tiempo, cariño?".
"¿Qué es el tiempo?".
"El tiempo es como una flor".
"¿Es una de esas flores de diente de león que crecen en los campos?".
"Sí, igual que las flores de diente de león, el tiempo crece, florece y madura. A sus pétalos los llamamos 'momentos'".
"¿Y qué pasa después?".
"Después, se marchita y se convierte en miles de semillas que vuelan a todas partes...".
"¿Mamá, eso no es lo que se llama 'futuro'?".
"Adivina en qué se convierte después de eso".
"Se convertirá en un mar de flores coloridas, ¿verdad?".
Antes de que su madre pueda responder, los rayos del sol acarician el rostro de la niña a través de la ventana, y la dulce figura de su madre desaparece una vez más en el sueño.
La niña abre los ojos.
"Si el tiempo fuera una flor...", murmura.
"Seguro que se convertiría en un mar de flores", responde la niña tranquila.
"¡Por supuesto!", dice la niña traviesa, celebrando su obra maestra.