Era otra ceremonia de despedida.
Una joven, caminando sobre luz de luna fragmentada, teje una guirnalda de despedida en la ribera.
Una antigua elegía se congela en el aire helado, mientras el río silencioso fluye hacia la lejana tierra de las flores.
Pergaminos manchados de sangre, espadas oxidadas, pañuelos bordados con versos... Ella acepta estas pertenencias, junto a las historias vitales de sus antiguos dueños.
"Mis ojos son como lentes, siempre anhelando las estrellas".
Era una inscripción en la lápida de un erudito fallecido.
"En la vida y en la muerte, un caballero solo lanza una mirada fría".
Ese fue el lema que un guerrero sin nombre mantuvo toda su vida.
"La vida no es más que muerte que brilla momentáneamente".
Ese era el último verso de un poeta que buscaba la eternidad.
...
"Cada flor se abrió orgullosa una vez...".
Acompañada por el murmullo del río, ofrece poemas, guirnaldas y recuerdos a los difuntos.
"Si el marchitamiento es inevitable, que nuestras despedidas al menos sean... algo más bellas".