"Las emociones son como nubes, y nosotros somos el cielo que las lleva. Si el cielo está nublado, nuestro estado de ánimo oscilará entre la luz y la sombra".
La sanadora escucha atentamente las penas del paciente, y le ofrece suaves palabras de consuelo.
"Cierra los ojos y respira lentamente... Imagina que estás en un lugar cálido y acogedor...".
Sus palabras parecen tener magia, y bajo las alas de la bestia alada se derrama un resplandor irisado de siete colores.
"Una brisa suave recorre el campo, trayendo el aroma de las flores silvestres. Nubes húmedas pasan, cargadas de sol...".
El paciente se sumerge gradualmente en un sueño agradable, y responde solo con una respiración uniforme y queda.
Después de atender al último paciente, la sanadora cierra suavemente la puerta de la sala.
La noche eterna sigue agitándose en la distancia, y las ruinas se asemejan a cicatrices en la tierra.
"En la próxima vida, que el amanecer ilumine a todos...".
Antes de partir, ella cierra los ojos y pide un deseo...
"Que el arcoíris siempre esté en el cielo".