La chica con orejas de gato se estira sobre el tejado y se desliza hacia la noche.
La joven se mueve ágilmente por la bóveda silente durante milenios, toma los tesoros en sus brazos y escapa sin dejar rastro.
"¡Destino tonto, no me alcanzarás!".
El viento en las ruinas, cargado del olor del campo, mueve la capucha de la chica.
Apoyada en las frías piedras, traga un bocado de sus ásperas raciones mientras juguetea con una moneda de oro entre los dedos.
Un sonido lejano llega a sus oídos. En la ciudad sagrada iluminada por el alba, la multitud bulliciosa sigue inmersa en sus celebraciones mientras disfruta de la calidez.
"¿Cuánto tiempo más?... ¿Será un año, o diez mil años?".
Ella se estira y bosteza, y echa a un lado sus inquietudes.
"¡Ja, Ciferia siempre reirá la última!".
Un relámpago dorado surca el cielo, mientras la proclama de la joven aún resuena en el viento...
Igual que hace mil años.