Eremita aislado en las estrellas

Antes de entregar el proyecto de ingeniería de la computadora estelar, Zandar Uno Kuwabara visitó a su mentor, que vivía recluido a orillas del lago Platescama, para mostrarle los datos de las pruebas.

Antes de ese reencuentro, no se habían visto durante décadas. Las dudas de Zandar no eran relativas a la precisión de los datos, sino a las consecuencias de completar el proyecto... Sentía una inquietud inexplicable que los observadores cortos de miras no podían comprender.

"Los mediocres se regocijan por resolver problemas que habían quedado sin respuesta durante siglos; los genios tiemblan en la cuerda floja de la duda, protegidos de caer en el abismo por una soga llamada 'lógica'. Y tú deseas cortar esa soga y caer al abismo llevándote todo el cosmos contigo, intentando así avanzar más allá de los límites del conocimiento... ¿Qué estás haciendo? ¿Vas a detenerte ante mi advertencia? Mírate al espejo, ¿no ves que anhelas revolucionar todo el cosmos? No puedo detenerte, nadie puede".

El anciano colocó el sombrero de fieltro que había en el perchero sobre la cabeza de Zandar, ocultando su mirada atónita y furiosa, y se marchó sin decir palabra.

"Era la máquina definitiva de la búsqueda del conocimiento, que procuraría todo el saber desde el pasado hasta el futuro... Y mi mentor la llamó 'la prisión del conocimiento', mientras yo insistía en que era una gran biblioteca... hasta que me convertí en prisionero".