En su interior se encuentra la estructura principal de Colonipenal: el Hotel Fantasía. Los huéspedes que se alojen aquí viajarán a un mundo de dulces sueños y disfrutarán de un festín de lujo y extravagancia en una metrópolis omnipotente.
Los asistentes hacen una reverencia con sonrisas uniformes y saludan a los huéspedes con música: "¡Bienvenidos al planeta de las celebraciones! Hermosos sueños les esperan". Los huéspedes sonríen mientras avanzan, aceptan y se embriagan con sus bebidas llenas de burbujas.
El paisaje se vuelve cada vez más inverosímil, y la sensación es como flotar en una seda. Huéspedes de otras tierras desafían la gravedad y caminan por las paredes. Juguetes extraños cobran vida y deambulan por las calles para celebrar. El agua del manantial se convierte en una ballena gigante que nada por los pasillos. Al abrir una ventana, no se ven las estrellas en el cielo profundo, sino los cambiantes flujos de luces y sombras de la ciudad, que sostienen los ecos constantes de campanas y teatros gigantes. Los huéspedes notan que nunca estuvieron despiertos, sino que son testigos de la naturaleza de Colonipenal en un sueño: un lugar donde el tiempo se detiene en un paisaje onírico interminable.
Todos saben que, bajo la administración de La Familia, las puertas de Colonipenal están abiertas a todo el mundo. Para una experiencia trascendente, para una emoción inspiradora, para el alivio de preocupaciones y heridas, huéspedes del más alto calibre vienen a entregar su dolor a cambio de paz y tranquilidad, a beber lo mejor y a vagar en el mar de sueños. Algunos pasan aquí unas vacaciones inolvidables y se van contentos, mientras que otros se obsesionan con las festividades y se instalan aquí. El hotel repleto de estrellas es la joya de los soñadores, el reino de los creadores de sueños y el patio de recreo de los buscadores de sueños.
Pocos huéspedes son conscientes de la historia: el hilo que teje los sueños proviene de la realidad. El esplendor de Colonipenal nació del óxido salado, los grilletes y la privación de la libertad. El planeta de las celebraciones fue una prisión de la Corporación, donde innumerables reclusos fueron reubicados para rescatar las desbordadas burbujas del recuerdo para el Jardín de los Recuerdos. La gente repitió sus esfuerzos hasta que sus cuerpos se volvieron pesados como el plomo, pero sus almas se volvieron livianas como burbujas. En algún momento, las pequeñas células quedaron aisladas de la realidad, mientras que las consciencias de las personas se vincularon en los sueños. Con la campana de medianoche, ese sueño compartido parecía muy real porque reflejaba la hipocresía de la realidad.
Hasta que la Destrucción derritió las cadenas de la Corporación, el Trazacaminos conectó esta frontera con las estrellas, y la Armonía fue invitada a sembrar semillas de paz. La libertad al fin se abrió camino y añadió un nombre al sueño original: Colonipenal.
Hoy no hay rastro de la prisión en ruinas. En el mundo de los sueños, se erigieron innumerables rascacielos, y el desierto es una metrópoli: una nueva tierra para los soñadores en busca de riqueza y oportunidades, y una utopía para aquellos en busca de indulgencia y placer. El pasado del planeta de las celebraciones es como una foto que cayó en el fondo de un armario: existe, pero nadie la ve.
Hoy en día, la tierra de los sueños se llena de canciones de alegría, y el ruido del pasado ha quedado relegado a chismes, abandonado en el interludio de una comedia, detrás de escena de una caricatura o en la columna secundaria de una revista.