Encapsulado en la Esfera de plano se oculta el laboratorio de una organización científica. La corrupción memética ha entrelazado la verdad y la falsedad de tal manera que ya no se pueden distinguir. Así, este lugar ha sido reconfigurado en nuestras mentes como el Parque de Platanolandia.
"¿Quién vive en un platanero al lado del mar?".
"¡Bob Banana!".
"¡Alargado, amarillo, alegre y dulzón!".
"¡Bob Banana!".
"Toc, toc". El sonido resuena dos veces y media. Los plátanos se despiertan de un profundo sueño, listos para dejar el platanero y comenzar un nuevo día en sus vidas doradas. Algunos, llenos de energía, hornean durianes en pasteles y danzan alegremente por el bosque. Otros, más serios, se frotan con cocos para perfumarse. El mono, contemplando con satisfacción esta escena animada, no puede evitar llamar alegremente a los plátanos.
"¿Están listos, platanitos?".
"¡Sí, Director mono!".
"¡No les escucho!".
"¡SÍ, DIRECTOR MONO!".
"Toc, toc, toc". El sonido resuena tres veces y media. Es hora del Club de Plática Platánica diario. Los plátanos empiezan a inquietarse. Algunos gritan, otros lloran en silencio, y algunos se sienten vacíos por dentro... El mono, con paciencia, pregunta a los plátanos saludables, uno por uno. El tema puesto sobre la gran hoja de plátano siempre es el mismo: "¿Recuerdan un tiempo más allá de los plátanos?".
Esta pregunta tan simple siempre acaba en respuestas amargas. Los plátanos no entienden de dónde vienen sus emociones tristes. Es como un plátano que se oxida y se vuelve negro al recibir la presión del mundo exterior.
"Si explorar el mundo es tu sueño,
entonces toca el platanero y deja que el Director mono te enseñe el camino".
"Toc, toc, toc...". El sonido resuena siete veces y media. Los Juegos Motibananacionales están a punto de comenzar. En este escondido paraíso del bosque, a cada plátano se le prometió que, si se esforzaba lo suficiente, no seguiría siendo plátano para siempre. Cada uno alberga un sueño dentro de sí, anhelando convertirse en un glorioso mono... Mientras el bosque se abre a ambos lados, el Director mono emerge del centro, con gestos tiernos y humildes de reverencia hacia los plátanos. Estos, en respuesta, responden al gesto. El Director mono trae consigo un nuevo juego, con la esperanza de intercambiarlo por nuevas historias.
"Toc, toc, toc...". El sonido resuena once veces y media. Los plátanos son llevados por el mono de vuelta al árbol. Mientras se balancean y oscilan, regresan a la utopía. El sol verde parpadea y el sonido de un gorgoteo resonante se extiende por todo el paraíso.